En Colombia y el mundo, la tierra no descansa. Cada día, se registran múltiples temblores, aunque la mayoría pasa inadvertida por su baja magnitud. Este fenómeno natural, recurrente pero impredecible, sigue siendo objeto de estudio y preocupación tanto para científicos como para la población en general. Recientemente, en lugares como San Pedro – Valle del Cauca, Colombia, y Palora, Ecuador, se sintieron sismos de magnitudes que oscilaron entre 2.7 y 4.8 en la escala de Richter, evidenciando que la actividad sísmica es una constante en la región.
La naturaleza impredecible de los sismos y sus réplicas plantea un desafío significativo para la ciencia. Según el director técnico de Geoamenazas del Servicio Geológico Colombiano, John Makario Londoño, las réplicas, aunque menores en magnitud al sismo principal, no pueden ser predichas en cuanto a su momento de ocurrencia, magnitud o intervalo. Esta incertidumbre se extiende al tiempo que pueden durar estas réplicas, que, según Londoño, pueden prolongarse por semanas o incluso meses, aunque la mayoría no sean perceptibles para las personas.
La geóloga Natalia Pardo, directora del Departamento de Geociencias de la Universidad de los Andes, reitera esta incertidumbre, señalando que la duración de las réplicas puede variar enormemente, con casos documentados que se extienden por meses e incluso décadas. Esta variabilidad complica aún más la tarea de prepararse y responder a estos eventos naturales.
Rodrigo León, profesor de Geociencias en la misma universidad, añade que las secuencias de réplicas pueden durar un par de meses y que, aunque la frecuencia de estas tiende a disminuir con el tiempo, la magnitud de las mismas puede variar significativamente. Se espera que la réplica más grande sea una unidad menor al sismo principal, pero esto no es una regla fija, lo que añade otro nivel de complejidad al estudio de los sismos.
El Servicio Geológico Colombiano también destaca que la duración de los temblores depende de varios factores, incluyendo la distancia entre el epicentro y el lugar afectado, el tipo de terreno y el tipo de construcción. Esto significa que la experiencia de un sismo puede variar significativamente dependiendo de dónde se encuentre uno y cómo estén construidas las infraestructuras en esa área.
La duración de un sismo, por tanto, es un concepto relativo que puede referirse a la percepción del movimiento, al registro instrumental del sismo o al movimiento de la falla que lo originó. Esta complejidad subraya la importancia de continuar investigando y educando al público sobre los sismos y sus efectos, así como de implementar medidas de preparación y respuesta adecuadas para mitigar su impacto. La actividad sísmica, con todas sus incertidumbres, sigue siendo un recordatorio de la dinámica y poderosa naturaleza de nuestro planeta.
